Alta sensibilidad detrás de una cruda realidad

Alta sensibilidad detrás de una cruda realidad

Pasamos un día con las enfermeras de Oncohematología y TPH del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y recorremos los pasillos en los que se convierten en ángeles de la guarda par los pequeños y sus familias.

Convivir con la esperanza y la duda. Dar pasos de gigante, aunque el avance sea lento. Saber mantener la entereza, no dejarse caer. Cáncer es una palabra que congela, y no cualquiera puede mirar a los ojos de la incertidumbre todos los días y sonreírle. Decirle que todo estará bien. Hacer lo posible para que esté bien. Las enfermeras de la unidad de Oncohematología y Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos (TPH) del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, sí. Ellas cargaran la energía en cada turno y vuelve. Siempre vuelven. Para coger la mano de niñas como Lorena y Cristina, que ingresaron un día y, desde entonces, su vida fue otra. Y la de sus madres y padres, presas del miedo y la necesidad de respuestas. Ellas son la mano que sostiene en la flaqueza y acompaña en un camino que, por desgracia, no siempre acaba bien. Aunque nadie pueda decir que no lo intenten.